"Toda la actividad humana tiene lugar dentro de una cultura y tiene recíproca relación con ella. Para una adecuada formación de esa cultura se requiere la participación directa de todo el hombre, el cual desarrolla en ella su creatividad, su inteligencia, su conocimiento del mundo y de los demás hombres. A ella dedica también su capacidad de autodominio, de sacrificio personal, de solidaridad y disponibilidad para promover el bien común. Por esto, la primera y más importante labor se realiza en el corazón del hombre, y el modo como éste se compromete a construir el propio futuro depende de la concepción que tiene de sí mismo y de su destino..." (Tomado de la Enciclica Centesimus annus)

» Colaborador: Pbro. Miguel Antonio Galíndez Ramos

  • Sacerdote de la Arquidiocesis de Valencia en Venezuela
  • Licenciado en Filosof'ia, Magister en Teologia y en Educación Superior Universitaria.
  • Profesor de Filosofía, jubilado activo de la Universidad de Carabobo.
  • Algunos de sus libros publicados: "Una alteridad constitutiva del Si-mismo" (sobre Rocoeur) Valencia 2000. "Buenas Noticias" (homiletica) Valencia 2001. Articulos en revistas nacionales y extranjeras.

» Principio Pastoral...

"Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre hacer aparecer el Amor de Nuestro Señor, a fin de cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el Amor, ni otro término que el Amor".

(Tomado del catesismo romano)

» Tiempo: PENTECOSTÉS

sábado, 12 de abril de 2008

» CUARTO DOMINGO DE PACUA / A


4º Domingo de Pascua / A
1ª Lectura: Hch 2,14a.36-41;
2ª Lectura: 1 Pe 2,20b – 25;
13 de abril de 2008

Evangelio: Jn 10,1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuándo ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Vida abundante

A la hora en que los oficiales del templo sacrificaban los corderos que habían de comer los israelitas en la Pascua, agonizaba Jesús en la cruz: el Cordero degollado del Apocalipsis, “el Cordero que quita el pecado del mundo” anunciado por el Bautista. Sacerdotes y jefes de los fariseos habían clamado en el tribunal de Pilato que su sangre cayera sobre ellos y sus hijos.

Jesús inauguró la nueva Pascua, paso de la muerte a la vida, derramando su sangre y dando vida con ella a todo el que cree en él.

Leemos, en este domingo, el inicio de la alegoría del Buen Pastor, que ocupa todo el c. 10 del cuarto evangelio. Jesús es la puerta de las ovejas. Por él accedemos a la comunidad de los salvados. El que entra por Jesús, tiene vida; el que no lo hace no tiene vida: un tema que recorre el evangelio de Juan. Jesús es el único pastor, sus ovejas lo reconocen. Quienes pretendan suplantarlo son ladrones y bandidos, son impostores.

Al rebaño se accede por Jesús. No significa sólo acceder por su nombre, sino conformarse a él, a sus actitudes y destino. Lo dejó claro en la Última Cena, en el lavatorio de los pies. Seguir a Jesús es fiarse de él, reconocerlo como único guía. Los pastores (obispos, papas, presbíteros) son discípulos, no pueden suplir el liderazgo de Jesús. Si los eclesiásticos antepusieran su ambición de poder, se harían impostores y bandidos. El pastoreo no puede olvidar la realidad básica de Iglesia: que todos somos hermanos. “Lávense los pies unos a otros”. Clara de Asís lavaba los pies de sus hermanas de religión cuando regresaban al convento de sus caminatas para pedir limosna. Los ministerios (servicios) se ejercen al interior de una comunidad de hermanos, renacidos a la vida del Resucitado mediante el baño bautismal y la acción del Espíritu Santo (Tt 3,5b-6).
Un soneto de Lope de Vega

Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú que hiciste cayado de ese leño,
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados,
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?

Ser pastor es preocuparse por los demás, y no egoístamente por uno mismo. Jesús no se salvó a sí mismo (la última tentación), sino que murió para salvarnos a nosotros. Si queremos ser sus seguidores, deberemos preocuparnos por los demás. Si nos atrevemos a hacer examen de conciencia, pudiéramos encontrarnos con que el egoísmo es la columna que vertebra nuestra vida psíquica y social: mi salud, mi dinero, mi trabajo, mi relevancia social, mi seguridad, mis éxitos. Una vida que no deja huella. El cristiano ha de ser pastor: hacerse cargo de la salud corporal y espiritual, del sustento, del amor o falta de amor de los demás.

En tiempos de Jesús, y en los nuestros, abundan los salteadores, los aprovechados, los mercenarios. Hay déficit de pastores. Conocemos a un pastor que es capaz de dar la vida por sus ovejas, un ser excepcional y milagroso, el Buen Pastor. Y los que hacen como él: Monseñor Romero, Gandhi, Luther King, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, el Dalai Lama. Ven y sígueme. El pastor va delante, no conduce el rebaño a gritos o a pedradas o echándole los perros, sino que con sus pisadas le marca la senda haciéndola transitable, despejándola de fieras que acechan o de trampas ocultas.

“Hagámonos pastores, Sancho amigo” le dijo el Quijote en un sentido, y se lo dicen a sí mismos los que mandan o quieren mandar, para los que tener borregos a su cargo es lo ideal. Los miles que vociferan en un mitin, para el político no tienen nombre, ni cara, ni familia, ni problemas, ni enfermos en casa… son votos, en caso de tener que contarlos.

No eran bien vistos los pastores. Pero Jesús, fiel a la tradición del AT, quiso llamarse pastor. Uno que conoce a sus ovejas una a una, por su nombre, por su cara, por sus problemas y sueños, por el tono de su voz. Para él somos únicos e irrepetibles, valemos su sangre.

Así lo vieron los profetas. Por ejemplo, Isaías en su canto (40,11):


Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazo los corderos
y hace recostar a las madres.

Dice Jesús: “Yo soy la puerta”.

Las cavernas, las casas, los castillos, los apriscos, incluso el cielo, poseen puertas. Diferentes, claro está. En los corrales del tiempo de Jesús atravesarían unos troncos. A veces los ladrones saltaban por encima del vallado.

“Yo soy la puerta de las ovejas”. El nombre también se daba a un portal bajo las murallas de Jerusalén, por donde entraba el ganado menor destinado al sacrificio.

Una preocupación de pastores auténticos: la importancia que tiene la reunión de la comunidad en torno a Cristo. La comunidad debe ser protegida de las falacias de seudo dirigentes. Seguir a Jesús no es una gnosis sino una mimesis, compartir su estilo de vida, amar como él amó, darse a los demás con un comportamiento semejante. Jesús es la Puerta: desde su humanidad se abre el acceso al Padre. Es el único mediador. Esta puerta se abre a la libertad, a la vida abundante. “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante”. Es el único pastor, el que da la vida por sus ovejas.

Estribillo para recitar el salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta.

Una de las primeras representaciones del Señor fue la figura del buen pastor, pintada en las paredes de las catacumbas o hecha escultura.

P.S.
En este cuarto domingo de Pascua, la Iglesia celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones. El lema de este año es “las vocaciones al servicio de la Iglesia-misión”.

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